La vitamina E puede ser un suplemento nutricional para las personas que buscan un apoyo para la función cardiaca, pero también para el sistema inmunitario o como preventivo contra el estrés oxidativo.
La vitamina E, que se almacena en el tejido adiposo, tiene propiedades antioxidantes muy importantes y protege las células del organismo contra los efectos nocivos del estrés oxidativo y la degeneración, combatiendo así el envejecimiento.
También interviene en diferentes metabolismos (neuromuscular, por ejemplo) y participa en la regulación del crecimiento celular.

Se sabe que protege contra las enfermedades cardiovasculares controlando la formación de coágulos sanguíneos y reduciendo el colesterol malo (LDL), con lo que disminuye el riesgo de infartos y derrames cerebrales. La vitamina E también ayuda a prevenir algunos tipos de cáncer (especialmente el cáncer de próstata en fumadores) y algunas enfermedades infecciosas (a través del sistema inmunitario).
La vitamina E está formada por diferentes compuestos clasificados de la siguiente manera 4 formas de tocoferoles (alfa-tocoferol, beta-tocoferol, gamma-tocoferol y delta-tocoferol) y 4 formas de tocotrienoles (alfa-tocotrienol, beta-tocotrienol, gamma-tocotrienol y delta-tocotrienol).

Los tocotrienoles se distinguen por sus tres dobles enlaces, tienen más enlaces insaturados y, por tanto, penetran más fácilmente en las células. El alfa-tocoferol es la forma más presente en el organismo, pero para que los efectos de la vitamina E sean plenamente beneficiosos, es necesario acumular todos sus compuestos.
Conocidos desde hace menos tiempo que los tocoferoles, los TOCOTRIENOLES han demostrado tener beneficios para la salud particularmente interesantes, pudiendo reducir el riesgo de ataque en caso de aterosclerosis de las arterias carótidas y PREVENIR EL IAMBRICO ISQUEMICO. Los Tocotrienoles también tienen la capacidad de regular y reducir el colesterol producido por el hígado, propiedad que no tienen los tocoferoles.